Claudia Masin
Fim
de domingo. Hora morta. Claudia Masin, poeta e psicanalista argentina, bate à
minha porta. Não sei o que me moveu a abri-la, tentar traduzi-la. Talvez a
certeza de que a tempestade se forma no céu azul dos dias felizes.
La
helada
Quien fue dañado lleva consigo ese daño,
Quien fue dañado lleva consigo ese daño,
como si su tarea
fuera propagarlo, hacerlo impactar
sobre aquel que se
acerque demasiado. Somos
inocentes ante esto,
como es inocente una helada
cuando devasta la
cosecha: estaba en ella su frío,
su necesidad de caer,
había esperado
-formándose
lentamente en el cielo,
en el centro de un
silencio que no podemos concebir-
su tiempo de brillar,
de desplegarse. ¿Cómo soportarías
vivir con semejante
peso sin ansiar la descarga,
aunque en ese rapto
destroces la tierra,
las casas, las vidas
que se sostienen, apacibles,
en el trabajo de
mantener el mundo a salvo,
durante largas
estaciones en las que el tiempo se divide
entre los meses de
siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la
catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y
también por el daño que no puede evitarse,
porque lo que nos
damos los unos a los otros,
aún el terror o la
tristeza,
viene del mismo
deseo: curar y ser curados.
Do livro De la plenitud (Hilos, 2010)
*
* *
A
geada
Quem foi ferido leva consigo
esse mal,
como se a sua tarefa
fosse propagá-lo, lançá-lo
sobre aquele que se
aproxima demais. Nós somos
tão inocentes disso
quanto uma geada
quando devasta a
colheita: já nela se guardava o frio,
a necessidade da
queda, ela aguardava
lentamente no céu
enquanto se formava —
no centro de um
silêncio que não podemos conceber —
o tempo de brilhar, de
se espalhar. Como suportarias
viver com semelhante
peso sem ansiar ver-te livre dele,
ainda que esse movimento
destroce a terra,
as casas, as vidas
que resistem, pacíficas,
no trabalho de manter
o mundo a salvo,
durante todas as
estações em que o tempo se divide
entre os meses de
semeadura e os de colheita? Peço por essa força
que resiste à
catástrofe e refaz o que foi ferido tantas vezes
quanto necessário, e
também pelo mal que não se pode evitar,
porque o que damos uns
aos outros
mesmo o terror ou a tristeza,
nasce do mesmo
desejo: curar e ser curado.
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